miércoles, 7 de mayo de 2014

Control Pasivo Agresivo

Control Pasivo Agresivo




Cuando vamos del control a la rendición, luchamos con cómo liberar nuestra necesidad de hacer que la vida pase de la forma en que pensamos que debería y en cambio, permitimos que lo que es correcto y mejor para nosotros fluya en nuestra realidad. El verdadero control viene con la rendición pero hasta que logramos eso creamos una ilusión de control manipulando energías y siendo pasivo-agresivos, disfrazando nuestras verdaderas intenciones y acercándonos a los demás con una agenda personal. Esto es algo que todos hacemos para variar grados y debemos tener si vamos a estar conscientemente en la energía de la rendición.



¿Cómo somos pasivo-agresivos? Cando hacemos algo bonito para alguien, esperando que lo aprecie y después estamos resentidos cuando no es así. Cuando damos pistas sobre lo que queremos y después estamos enojados porque alguien no hizo caso a la pista. Cuando decimos “sí” en lugar de “no” y estamos molestos cuando alguien dice OK, en lugar de sacarnos del apuro. En cada una de estas situaciones, estamos fuera de integridad con lo que queremos pero tenemos miedo de decir la verdad.



Ahora como personas espirituales nos avergonzamos por el pensamiento de que podríamos estar fuera de integridad y tenemos problemas al tratar con nuestra ira. Ser espiritual no significa que nunca estaremos enojados. Pero cuando no somos honestos sobre nuestras intenciones y después no enojamos con alguien porque no está tomando las pistas o respondiendo a nuestros deseos no dichos de la forma en que queremos, entonces estamos siendo pasivo-agresivos, diciendo una cosa cuando en realidad queremos decir algo más.



Si estamos alineados con nuestra intención no hay necesidad de que usemos la fuerza o la manipulación para manifestar lo que queremos porque con la rendición, estamos en control. Cuando estamos claros sobre nuestra intención no necesitamos ser pasivo-agresivos con los demás porque con la claridad estamos rodeados por personas y situaciones que responden a nuestra intención, en lugar de bloquearla. Y con la claridad no tenemos miedo de establecer nuestras verdaderas intenciones, reconociendo que la responsabilidad y el poder para su logro yacen dentro de nosotros. No necesitamos esconder nuestros verdaderos deseos detrás de pistas, esperanzas y silencio porque creemos en nuestros sueños y no necesitamos la validación o el acuerdo de alguien más para saber que somos dignos de que se hagan realidad. Y este es el regalo de la rendición, el control que nos permite estar en el flujo de los milagros, manifestando una realidad abundante y alegre

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