Un
hombre estaba tras el mostrador, mirando la calle distraídamente.
Una
niñita se aproximó al negocio y apretó la naricita contra el vidrio de la
vitrina. Los ojos de color del cielo brillaban cuando vio un determinado
objeto. Entró en el negocio y pidió para ver el collar de turquesa azul.
-"Es
para mi hermana. ¿Puede hacer un paquete bien bonito?". -dijo ella.
El
dueño del negocio miró desconfiado a la niñita y le preguntó:
-¿Cuánto
dinero tienes?
Sin
dudar, sacó del bolsillo de su ropa un pañuelo todo atadito y fue deshaciendo
los nudos. Los colocó sobre el mostrador y dijo feliz:
-
"¿Esto alcanza?".
Eran
apenas algunas monedas las que exhibía orgullosa.
-"¿Sabe?,
Quiero dar este regalo a mi hermana mayor. Desde que murió nuestra madre, ella
cuida de nosotros y no tiene tiempo para ella. Es su cumpleaños y estoy segura
que quedará feliz con el collar que es del color de sus ojos"
El
hombre fue para la trastienda, colocó el collar en un estuche, envolvió con un
vistoso papel rojo e hizo un trabajado lazo con una cinta verde.
-"Tome,
dijo a la niña. Llévelo con cuidado".
Ella
salió feliz, corriendo y saltando calle abajo. Aún no acababa el día, cuando
una linda joven entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el ya conocido
envoltorio deshecho e indagó:
-"¿Este
collar fue comprado aquí? "¿Cuánto costó?
-
"Ah!", - habló el dueño del negocio. "El precio de cualquier
producto de mi tienda es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el
cliente".
La
joven exclamó:
-"Pero
mi hermana tenía solamente algunas monedas. El collar es verdadero, ¿no? Ella no
tendría dinero para pagarlo".
El
hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio con extremo cariño, colocó la
cinta y lo devolvió a la joven y le dijo:
-
"Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar: ELLA DIO
TODO LO QUE TENÍA".
El silencio
llenó la pequeña tienda y dos lágrimas rodaron por la faz emocionada de la
joven en cuanto sus manos tomaban el pequeño envoltorio. La verdadera donación
es darse por entero, sin restricciones. La gratitud de quien ama no coloca
límites para los gestos de ternura. Agradece siempre, pero no esperes el
reconocimiento de nadie.
Gratitud
con amor no sólo reanima a quien recibe, reconforta a quien ofrece.
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