domingo, 28 de marzo de 2010

TU NOMBRE -Cony Méndez



Tu nombre, sea Pedro, Juan o Diego, Petra, Juana o Santiaga, te acompaña por virtud de una computación tan exacta, que no se le compara la más excelente maquinaria IBM.

Antes de tú nacer, la esencia de tu trayectoria al través de las edades, entra con tu átomo Permanente al piquito inferior de tu corazón, y allí permanece hasta que tú vuelvas a dejar el envoltorio físico de este lado del velo, o sea en el Planeta Tierra. Una vez del lado "allá", y mientras duermes "el sueño de los justos" que dura tal vez unas cuantas semanas (en términos terrenos) se hace un nuevo ajuste en tu Átomo Permanente. Se cataloga toda la ex­periencia que acabas de atravesar en esta última vida, se determina sabiamente. Lo que ha sido cantidad se resuelve en calidad; y cuan­do estés de nuevo despierto, comenzarás a estudiar, apreciar y reco­nocer tú mismo, lo bueno y lo malo de la forma en que te compor­taste, y tú mismo pedirás reencarnar o no, para redimir, compensar y corregir tu conducta, así como también cobrar lo que tienes en merecimientos, ya que no pueden ser gozados sino en la materia.

Tu nombre es un archivo. Es una ficha que te marca. Que indica tu altura en el plano en que actúas. Tu mismo le inspiras tu nombre, o sea el nombre que mereces, a tu madre, cuando estás en su vientre, y es tu madre la única que tiene el deber y el derecho de anunciar el nombre que has de llevar. Por ningún motivo se debe permitir que el nombre de una criatura por nacer sea escogido por el padre, los abuelos, padrinos, familiares o amigos. Sólo la ma­dre sabe lo que el niño desea por derecho de conciencia.

Muchos casos de frustración, bloques sicológicos, torceduras de carácter etc., se registran porque el ego lucha contra una vibra­ción enemiga a la suya, y que le produce el nombre que por defe­rencia a una tía, le han endosado para toda la vida.

Estudia tu nombre. Búscale el símbolo. Si no te simpatiza, cámbialo. No continúes luciendo una etiqueta falsa. No debes temer el disgusto o resentimiento que puedas causar a la persona por quien cargas un seudónimo errado. Recuerda que se trata de tu legítimo derecho y propiedad. Sentirás una gran liberación y una transformación instantánea en tu carácter cuando te reinstales en tu propio plano con tu propio nombre.

Cuántas personas sufren de mal humor, temores infundados, de timidez, de sensaciones de limitación y complejos de inferioridad, porque la vibración ajena del nombre que cargan, que oyen, que firman, que aceptan contra todo su instinto, está en perenne lucha contra la propia Verdad!

CARACAS, marzo de 1970.

CURSO AVANZADO DE METAFISICA

A muchas personas les gustaría asistir a lo que llaman un curso avanzado en metafísica. Vale la pena analizar brevemente esa idea. ¿ Qué se podría impartir en un curso avanzado que no esté en las lecciones ordinarias?

En las clases habituales de metafísica se enseña que Dios es el único poder, y que el mal es insustancial, que forjamos nuestro propio destino mediante nuestros pensamientos y nuestras creencias, que cuando oramos no importan las condiciones, que el tiempo , el espacio y la materia son ilusiones humanas, que hay una solución para todo problema, que el hombre es el Hijo de Dios y que Dios es bien perfecto, que Jesucristo es el único que enseñó toda la Verdad sobre Dios y que en realidad lo demostró.

Una vez que el estudiante ha obtenido comprensión intelectual correcta de estas realidades, y que las ha digerido – al menos parcialmente – lo único que le falta es desarrollar su comprensión demostrando esas realidades en la práctica. Esta ,desde luego, es tarea que todos afrontamos.

Así vemos que el verdadero curso avanzado es el que nosotros mismos damos al demostrar en los problemas prácticos de la vida cotidiana, mediante el logro de la salud, la armonía y la libertad.

Cada vez que superamos una dificultad al averiguar la Verdad de ese obstáculo, Dios nos enseña algo nuevo e invaluable que no se podría expresar verbalmente o en un libro.

Todos debemos trabajar ahora mismo en el curso avanzado, mediante la practica regular y constante de la presencia de Dios.

“Es estéril la fe sin obras”. Santiago 2:20.

Emmet Fox

TEXT DE “Usted puede sanar su Vida” Louise Hay


Y ahora, ¿qué hacemos?

«Al ver el modelo que sigo, decido cambiarlo.

La decisión de cambiar

Una vez han llegado a este punto, la reacción de muchas personas consiste en levantar las manos al cielo, horrorizadas ante lo que podemos llamar el desastre de sus vidas, y renunciar a cualquier intento de hacer nada. Otras se enfadan consigo mismas o con la vida, y también abandonan la partida.

En general, piensan que si la situación es desesperada, y parece imposible hacer cambios, ¿para qué intentarlo? Y el razonamiento continúa así: «Quédate como estás. Por lo menos es un sufrimiento que ya sabes cómo manejar. No te gusta, pero ya lo conoces, y es de esperar que las cosas no empeoren».

Para mí el enfado habitual es como quedarse sentado en un rincón con un sombrero de burro. ¿No les suena familiar? Sucede algo y uno se enfada; sucede otra cosa, y vuelve a enfadarse, una y otra vez, pero nunca se va más allá del enojo.

¿De qué sirve esto? Es una reacción tonta que desperdicie uno su tiempo sin hacer nada más que enojarse. También es negarse a ver la vida de una manera nueva y diferente.

Sería mucho más útil preguntarse cómo es que uno va creando tantas situaciones enojosas.

¿Cuál cree usted que es la causa de todas estas frustraciones? ¿Qué es lo que usted emite, que genera en los otros la necesidad de irritarlo? ¿Por qué cree que necesita enojarse para conseguir lo que quiere?

Cualquier cosa que demos, la volvemos a recibir. Si lo que damos es enojo, estamos creando situaciones que nos darán motivos de enojo, como si nos quedáramos en un rincón con un sombrero de burro, sin ir a ninguna parte.

Si mis palabras han hecho que usted se enfadara, ¡perfecto! Es que deben estar dando en el blanco. Y eso es algo que usted, si quisiera, podría cambiar.





Tome la decisión de disponerse a cambiar

Si realmente quiere saber hasta qué punto es terco, encare la idea de estar dispuesto a cambiar. Todos queremos que nuestra vida cambie, que nuestra situación mejore, pero no queremos tener que cambiar. Más bien querríamos que cambiaran ellos. Para hacer que eso suceda, debemos cambiar nosotros interiormente. Debemos cambiar nuestra manera de pensar, nuestra manera de hablar, nuestra manera de expresarnos. Sólo entonces se producirán los cambios externos.

Éste es el paso siguiente. Ya nos hemos dedicado bastante a aclarar cuáles son los problemas y de dónde provienen. Ahora es hora de disponerse a cambiar.

Yo he sido siempre muy terca. Incluso ahora hay veces que, cuando decido hacer algún cambio en mi vida, esa terquedad aflora y refuerza mi resistencia a cambiar mi modo de pensar. Y puedo volverme temporalmente incoherente y, enfadada, refugiarme en mí misma.

Sí, eso me sigue pasando después de tantos años de trabajo. Es una de las lecciones que he aprendido, porque ahora, cuando me sucede, sé que me encuentro, ante un punto crucial en mi camino. Cada vez que decido hacer un cambio en mi vida, para liberar alguna otra cosa, tengo que profundizar más en mí misma. Cada uno de esos viejos estratos debe ceder para ser reemplazado por maneras de pensar nuevas. A veces es fácil, y otras es como empeñarse en levantar una piedra con una pluma.



Cuanto más tenazmente me aferró a una vieja creencia cuando he dicho que quiero cambiar, más segura estoy de que ese cambio es importante para mí. Y sólo al ir experimentando y, por tanto, aprendiendo estas cosas puede luego enseñarlas a otras personas.


Estoy segura de que muchos maestros realmente buenos no nacieron en hogares felices donde todo era fácil, sino que han experimentado mucho dolor y sufrimiento, y han ido superando diversas vivencias negativas hasta llegar al punto desde donde, ahora, pueden ayudar a que otros se liberen. La mayoría de los buenos maestros trabajan continuamente para seguir liberándose, para hacer desaparecer limitaciones cada vez más profundas. Y eso llega a ser una ocupación de toda la vida.

La diferencia principal entre cómo solía trabajar yo en esta labor de liberación de creencias y la forma en que lo hago hoy reside en que ahora ya no tengo que enojarme conmigo misma para hacerlo. En estos momentos, ya no creo que sea una mala persona porque todavía encuentre en mí cosas para cambiar.

La limpieza de la casa

El trabajo mental que hago ahora es como limpiar una casa. Voy recorriendo mis habitaciones mentales y examinando las ideas y creencias que hay en ellas. Como algunas me gustan, las limpio y las pulo, y hago que me sigan sirviendo. Veo que hay que reemplazar o reparar algunas, y me ocupo de ellas tan pronto como puedo. Otras son como el periódico de ayer, o como ropa y revistas viejas: ya no me sirven. Entonces las doy o las tiro a la basura, y me deshago de ellas para siempre.

Para hacer todo esto, no es necesario que me enoje ni que sienta que soy una mala persona.





Ejercicio: Estoy dispuesto a cambiar

Vamos a usar la afirmación «Estoy dispuesto a cambiar». Repítala con frecuencia, reiteradamente. Mientras dice «Estoy dispuesto a cambiar», tóquese la garganta. En el cuerpo, la garganta es el centro energético donde se produce el cambio. Al tocársela, usted reconocerá que se encuentra en un proceso de cambio.

Cuando la necesidad de cambiar algo aparezca en su vida, esté dispuesto a permitir que ese cambio suceda. Tome conciencia de que allí donde usted no quiere cambiar, es, exactamente, donde más necesita cambiar. Repita: «Estoy dispuesto a cambiar».

La Inteligencia Universal responde siempre a lo que usted piensa y dice. Cuando usted formule este enunciado, las cosas empezarán decididamente a cambiar.

Hay muchas maneras de cambiar

Trabajar con mis ideas no es la única manera de cambiar; hay muchos otros métodos que funcionan muy bien. Al final del libro incluyo una lista de maneras en que puede usted abordar su propio proceso de crecimiento.

Piense ahora en unos pocos. Tenemos el enfoque espiritual, el mental y el físico. La curación holista incluye cuerpo, mente y espíritu. Se puede empezar por cualquiera de estos dominios, siempre y cuando en última instancia se los incluya a todos. Hay quien empieza por la parte mental, acudiendo a seminarios o sometiéndose a terapia. Otros comienzan por el ámbito espiritual, orando o haciendo meditación.

Cuando decide uno limpiar su casa, en realidad no importa por qué habitación empiece. Puede usted hacerlo por aquella que más le apetezca y las otras casi se irán limpiando solas.,



Las personas que comienzan por el nivel espiritual y están habituadas a comer mal, suelen encontrarse con que les atrae la nutrición. Conocen a alguna persona, o encuentran un libro, o van a una clase que les hace entender que lo que están dando de comer a su cuerpo puede tener mucho que ver con la forma en que se sienten y el aspecto que tienen. Mientras se esté dispuesto a crecer y a cambiar, un nivel siempre irá conduciendo al otro.

Yo doy muy pocos consejos referentes a la nutrición, porque he descubierto que todos los sistemas funcionan para alguna u otra persona. El hecho es que cuento con una red local de buenos especialistas en el campo holista, y les mando a mis clientes cuando veo que necesitan esa información. Se trata de un terreno en donde uno debe encontrar solo su camino, o bien recurrir a un especialista que pueda orientarlo.

Muchos libros sobre nutrición han sido escritos por personas que estuvieron muy enfermas y elaboraron un sistema para su propia curación. Después escribieron un libro para divulgar el método que usaron. Pero no todo el mundo es igual.

Por ejemplo, la dieta macrobiótica y el naturismo crudívoro son dos enfoques totalmente diferentes. Los crudívoros jamás cocinan nada, raras veces consumen cereales, se cuidan muchísimo de comer fruta y verdura en la misma comida y nunca usan sal. Los macrobióticos comen casi todo cocido, tienen un sistema diferente de combinación de los alimentos, y usan gran cantidad de sal. Ambos sistemas funcionan, ambos han conseguido curaciones, pero ninguno de los dos es bueno para todos los organismos.

Mi teoría de la nutrición es simple. Si crece, cómalo. Si no crece, no lo coma.

Hay que ser consciente del acto de comer; es como prestar atención a nuestros pensamientos. También podemos aprender a prestar atención al cuerpo y a las señales que nos envía cuando comemos.



Limpiar la casa mental después de toda una vida de complacerse en pensamientos negativos es un poco como iniciar un programa de buena nutrición tras haberse pasado la vida alimentándose mal. Son dos situaciones que con frecuencia producen crisis de curación. A medida que uno empieza a cambiar su dieta física, el cuerpo comienza a deshacerse de la acumulación de residuos tóxicos, y cuando esto sucede, uno puede sentirse pésimamente durante un par de días. Así también, cuando se decide cambiar las pautas mentales, puede parecer que durante un tiempo las circunstancias empeorasen.

Recuerde lo que pasa al terminar la cena de Nochebuena, cuando llega el momento de limpiar la cazuela donde se cocinó el pavo. Como está toda quemada y llena de costras, usted la pone en agua hirviendo con detergente y la deja remojar un rato antes de empezar a fregarla. Y entonces sí que realmente está frente a un desastre; todo parece peor que nunca. Pero si sigue fregando sin desanimarse, la cazuela pronto quedará como nueva.

Lo mismo pasa cuando uno se quiere quitar las incrustaciones mentales. Cuando las remojamos con ideas nuevas, todos los pegotes salen a la superficie y se ven más. Insista en repetir las nuevas afirmaciones, y verá qué pronto se habrá librado totalmente de una vieja limitación.

Ejercicio: La disposición a cambiar

Entonces, hemos decidido que estamos dispuestos a cambiar, y que usaremos todos los métodos que nos den buen resultado, sin excepción. Quisiera describirles uno de los métodos que uso conmigo misma y también con otras personas.



Primero, vaya a mirarse al espejo y dígase: «Estoy dispuesto a cambiar».

Observe cómo se siente. Si advierte vacilaciones o resistencias o ve que simplemente no quiere cambiar, pregúntese por qué. ¿A qué antigua creencia está aferrándose? Le ruego que no se riña; limítese a observar de qué se trata. Apuesto a que esa creencia le ha causado mil problemas, y quisiera saber de dónde proviene. ¿Usted no lo sabe?

Pero no importa que sepamos o no de dónde viene; hagamos algo por disolverla, ahora mismo. Vuelva otra vez al espejo y, mirándose profundamente a los ojos, tóquese la garganta y diga diez veces, en voz alta: «Estoy dispuesto a abandonar toda resistencia».

Los trabajos con el espejo son muy poderosos. La mayor parte de los mensajes negativos que recibimos de niños venían de personas que nos miraban directamente a los ojos, y que quizá nos amenazaban con un dedo. Hoy, cada vez que nos miramos al espejo, casi todos nos decimos algo negativo: nos criticamos por nuestra apariencia o nos regañamos por algo. Mirarse directamente a los ojos y expresar algo positivo sobre uno mismo es, en mi opinión, la manera más rápida de obtener resultados con las afirmaciones.

LA LEY DE LA INTENCIÓN Y EL DESEO-“El Éxito” Deepak Chopra


Inmanente en toda intención y en todo deseo está el mecanismo para su realización... la intención y el deseo en el campo de la potencialidad pura tienen un infinito poder organizador.
Y cuando introducimos una intención en el suelo fértil de la potencialidad pura, ponemos a trabajar para nosotros ese infinito poder organizador.
En el principio era el deseo, primera semilla de la mente; los sabios, habiendo meditado en su corazón, descubrieron por su sabiduría la conexión entre lo existente y lo inexistente.

- Himno de la Creación, Rig Veda
La quinta ley espiritual del éxito es la ley de la intención y el deseo. Esta ley se basa en el he­cho de que la energía y la información existen en todas partes en la naturaleza. En efecto, a nivel del campo cuántico solamente hay energía e in­formación. Campo cuántico es sólo otra manera de denominar el campo de la conciencia pura o de la potencialidad pura. Y en este campo cuántico influyen la intención y el deseo. Examinemos este proceso en detalle.

Cuando una flor, un arco iris, un árbol, una hoja de hierba, un cuerpo humano se descompo­nen en sus partes esenciales, vemos que éstas son energía e información. Todo el universo, en su naturaleza esencial, es el movimiento de la ener­gía y la información. La única diferencia entre nosotros y un árboles el contenido de información y de energía de nuestros respectivos cuerpos.

En el plano material, tanto nosotros como el árbol estamos hechos de los mismos elementos reciclados: principalmente carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y otros elementos en canti­dades minúsculas. Estos elementos se podrían comprar en un laboratorio. Por tanto, la diferen­cia entre nosotros y el árbol no reside en el carbo­no, o en el hidrógeno o en el oxígeno. De hecho, nosotros y el árbol intercambiamos constante­mente nuestro carbono y nuestro oxígeno. La ver­dadera diferencia entre los dos está en la energía y en la información.

En el orden general de la naturaleza, nosotros, los seres humanos, pertenecemos a una especie privilegiada. Tenemos un sistema nervioso capaz de tomar conciencia del contenido de energía e información de ese campo particular que da ori­gen a nuestro cuerpo físico. Experimentamos ese campo subjetivamente en forma de pensamien­tos, sentimientos, emociones, deseos, recuerdos, instintos, impulsos y creencias. Este mismo cam­po es percibido objetivamente como el cuerpo fí­sico - y por medio del cuerpo, percibimos ese campo como el mundo. Pero todo está hecho de lo mismo. Por eso los antiguos videntes exclama­ban: "Yo soy eso, usted es eso, todo esto es eso, y eso es todo lo que existe".

Nuestro cuerpo no es independiente del cuer­po del universo, porque al nivel de la mecánica cuántica no existen fronteras bien definidas. So­mos como una onda, una ola, una fluctuación, una circunvolución, un remolino, una perturba­ción localizada en un campo cuántico más gran­de. Ese campo cuántico más grande - el univer­so - es nuestro cuerpo ampliado.

El sistema nervioso humano no solamente es capaz de tomar conciencia de la información y de la energía de su propio campo cuántico, sino que, como la conciencia humana es infinitamente flexible a través de ese maravilloso sistema ner­vioso, podemos cambiar conscientemente el con­tenido de información que da origen a nuestro cuerpo físico. Podemos cambiar conscientemen­te el contenido de energía y de información de nuestro propio cuerpo de mecánica cuántica y, por tanto, influir en el contenido de energía y de información de nuestro cuerpo ampliado - nues­tro entorno, el mundo - y hacer que sucedan cosas en él.

Este cambio consciente se logra a través de las dos cualidades inherentes a la conciencia: la atención y la intención. La atención da energía, y la intención transforma. Cualquier cosa a la cual prestemos atención, crecerá con más fuerza en nuestra vida. Cualquier cosa a la cual dejemos de prestar atención, se marchitará, se desintegrará y desaparecerá. Por otro lado, la intención estimu­la la transformación de la energía y de la infor­mación. La intención organiza su propia realiza­ción.

El acto de dirigir la intención sobre el objeto de la atención desencadenará una infinidad de sucesos espacio-temporales orientados a producir el resultado buscado, siempre y cuando que uno cumpla las otras leyes espirituales del éxito. Esto se debe a que la intención, dirigida sobre el cam­po fértil de la atención, tiene un infinito poder organizador. Infinito poder organizador significa poder para organizar una infinidad de sucesos es­pacio-temporales, todos al mismo tiempo. Vemos la expresión de este infinito poder organizador en cada hoja de hierba, en cada flor de manzano, en cada célula de nuestro cuerpo. Lo vemos en todo lo que vive.

En el orden general de la naturaleza, todo se conecta y se correlaciona con todo lo demás. Cuando la marmota sale de su madriguera subte­rránea, sabemos que se avecina la primavera. Las aves comienzan a migrar en cierta dirección en determinada época del año. La naturaleza es una sinfonía. Y esa sinfonía es orquestada en silencio desde el fundamento último de la creación.

El cuerpo humano es otro buen ejemplo de esta sinfonía. Una sola célula del cuerpo humano realiza cerca de seis billones de funciones por se­gundo, y debe saber lo que todas las demás célu­las están haciendo al mismo tiempo. El cuerpo humano puede tocar un instrumento musical, matar gérmenes, hacer un bebé, recitar poesías y observar el movimiento de las estrellas, todo al mismo tiempo, porque el campo de la correlación infinita es parte de su campo de información.

Lo que es asombroso acerca del sistema ner­vioso de la especie humana es que puede gober­nar ese infinito poder organizador a través de la intención consciente. En la especie humana, la intención no está fija o encerrada en una red rígi­da de energía e información. Tiene una flexibili­dad infinita. En otras palabras, mientras no in­frinjamos las otras leyes de la naturaleza, a través de nuestra intención podemos, literalmente, di­rigir las leyes de la naturaleza para convertir en realidad nuestros sueños y nuestros deseos.

Podemos poner a trabajar para nosotros al computador cósmico, con su infinito poder orga­nizador. Podemos ir hasta ese fundamento último de la creación e introducir una intención, y con sólo hacerlo, activar el campo de la correlación infinita.

La intención sienta las bases para el flujo fá­cil, espontáneo y suave de la potencialidad pura, que busca pasar de lo inmanifiesto a lo manifies­to. La única advertencia es que utilicemos nues­tra intención para beneficio de la humanidad; pero eso es algo que sucede espontáneamente cuando uno está alineado con las siete leyes espi­rituales del éxito.

La intención es el verdadero poder detrás del deseo. La sola intención es muy poderosa, porque es deseo sin apego al resultado. El solo deseo es débil, porque en la mayoría de los casos es aten­ción con apego. La intención es desear respetan­do estrictamente todas las demás leyes, pero en particular la sexta ley espiritual del éxito: la ley del desapego.

La intención, combinada con el desapego, lle­va a una conciencia del momento presente cen­trada en la vida. Y cuando la acción se realiza te­niendo conciencia del momento presente, su eficacia es máxima. La intención mira hacia el futuro, pero la atención está en el presente. Mien­tras la atención esté en el presente, la intención hacia el futuro se cumplirá porque el futuro se crea en el presente. Debemos aceptar el presente tal como es. Aceptemos el presente y proyectemos el futuro. El futuro es algo que siempre podemos crear por medio de la intención desapegada, pero nunca debemos luchar contra el presente.

El pasado, el presente y el futuro son propie­dades de la conciencia. El pasado es recuerdo, memoria; el futuro es expectación; el presente es conciencia. Por consiguiente, el tiempo es el movimiento del pensamiento. Tanto el pasado como el futuro nacen en la imaginación; solamen­te el presente, que es conciencia, es real y es eter­no. Lo es. Es la potencialidad para el mundo del espacio y el tiempo, la materia y la energía. Es un

campo eterno de posibilidades que se experimen­ta a sí mismo en forma de fuerzas abstractas, trá­tese de la luz, el calor, la electricidad, el magne­tismo o la gravedad. Estas fuerzas no están ni en el pasado ni en el futuro; sencillamente son.

Nuestra interpretación de estas fuerzas abstrac­tas hace posible que tengamos la experiencia de los fenómenos concretos. Las interpretaciones que recordamos de las fuerzas abstractas crean la ex­periencia del pasado, mientras que las que antici­pamos crean el futuro. Ellas son las cualidades de la atención en la conciencia. Cuando estas cua­lidades se liberan de la carga del pasado, la ac­ción en el presente se convierte en suelo fértil para la creación del futuro.

La intención, apoyada en esta libertad indife­rente del presente, actúa como catalizador para la mezcla correcta de materia, energía y sucesos espacio-temporales para crear cualquier cosa que deseemos.

Si tenemos conciencia del momento presen­te centrada en la vida, entonces los obstáculos imaginarios - los cuales constituyen más del no­venta por ciento de los obstáculos percibidos - se desintegran y desaparecen. El restante cinco a diez por ciento de los obstáculos percibidos se pueden convertir en oportunidades por medio de la intención focalizada.

La intención focalizada es la atención que no se aparta de su propósito. Tener una intención focalizada significa mantener nuestra atención en el resultado que perseguimos, con un propósito tan inflexible que impida completamente que cualquier obstáculo consuma o disipe la concen­tración de nuestra atención. Se eliminan de la conciencia todos los obstáculos, de manera total y completa. Así podemos mantener una sereni­dad inconmovible, a la vez que mantenemos con pasión intensa el compromiso con nuestro obje­tivo. Éste es, simultáneamente, el poder de la conciencia sin apego y la intención focalizada.

Aprendamos a aprovechar el poder de la in­tención, y podremos crear cualquier cosa que de­seemos. Todavía será posible obtener resultados a través del esfuerzo y la constancia, pero a un pre­cio; ese precio puede ir desde la tensión emocio­nal hasta una enfermedad cardíaca o un trastor­no de la función del sistema inmunológico. Es mucho mejor dar los siguientes cinco pasos para poner en práctica la ley de la intención y el deseo. Cuando sigamos estos cinco pasos para cumplir nuestros deseos, la intención generará su propio poder.

1) Entremos en el espacio de la conciencia pura. Eso significa ubicarnos en medio de ese espacio silencioso que hay entre los pensa­mientos, entrar en el silencio - ese nivel de sólo ser que es nuestro estado esencial.

2) Una vez establecidos en ese estado de sólo ser, liberemos nuestras intenciones y nues­tros deseos. Cuando uno está realmente en ese espacio, no hay pensamiento, no hay in­tención; pero en cuanto sale de él - en esa unión entre el espacio silencioso y un pensamiento - es posible introducir la intención. Si tenemos una serie de metas, escribámos­las y concentremos nuestra intención en ellas antes de entrar en el espacio silencioso. Si deseamos una carrera de éxito, por ejemplo, debemos entrar en el espacio silencioso con esa intención, y así la intención ya estará allí como una tenue llama vacilante en nuestra conciencia. Liberar las intenciones y los deseos en este espacio significa sembrarlos en el suelo fértil de la potencialidad pura y es­perar a que florezcan en el momento propi­cio. No es conveniente desenterrar las semi­llas de los deseos para ver si están creciendo, o aferrarse rígidamente a la manera como de­berán desarrollarse. Lo único que hay que hacer es dejarlas libres.

3) Permanezcamos en el estado de auto-referen­cia. Esto significa permanecer establecidos en la conciencia de nuestro verdadero yo - nuestro espíritu, nuestra conexión con el

campo de la potencialidad pura. También sig­nifica no vernos a nosotros mismos a través de los ojos del mundo, o dejarnos influir por las opiniones y las críticas de los demás. Una buena manera de mantener el estado de auto­referencia es no divulgar nuestros deseos; no compartirlos con nadie, a menos que la otra persona tenga exactamente los mismos de­seos que nosotros y entre los dos exista una unión fuerte.

4) Renunciemos a nuestro apego al resultado. Esto significa renunciar a nuestro rígido in­terés por un resultado específico y vivir en la sabiduría de la incertidumbre. Significa dis­frutar cada momento de la jornada de la vida, aunque desconozcamos el desenlace.

5) Dejemos que el universo se encargue de los detalles. Nuestras intenciones y nuestros de­seos, una vez liberados en el espacio silen­cioso, tienen un infinito poder organizador.

Confiemos en que ese infinito poder organi­zador de la intención orquestará todos los de­talles por nosotros.

Recordemos que nuestra verdadera naturale­za es el espíritu puro. Llevemos la conciencia de este espíritu a donde quiera que vayamos, libere­mos suavemente nuestros deseos, y el universo ma­nejará los detalles por nosotros.

CÓMO APLICAR LA LEY DE LA INTENCIÓN Y EL DESEO

Pondré a funcionar la ley de la intención y el deseo comprometiéndome a hacer lo siguien­te:

1) Haré una lista de todos mis deseos, y la lle­varé a donde quiera que vaya. Miraré la lista antes de entrar en mi silencio y mi medita­ción. La miraré antes de dormir por la no­che. La miraré al despertar por la mañana.

2) Liberaré esta lista de mis deseos y la entrega­ré al seno de la creación, confiando en que cuando parezca que las cosas no están salien­do bien, hay una razón, y en que el plan cós­mico tiene para mí unos designios mucho más importantes que los que yo he concebido.
3) Recordaré practicar la conciencia del mo­mento presente en todos mis actos. No per­mitiré que los obstáculos consuman o disi­pen la concentración de mi atención en el momento presente. Aceptaré el presente tal como es, y proyectaré el futuro a través de mis intenciones y mis deseos más profundos y queridos.

CREENCIAS


Alguna vez tuviste un pensamiento que hoy ya es una creencia. Y en ella nos enfocaremos esta semana.
Las creencias son modelos de pensamientos que están en tu mente y te han sido útiles para organizar esos pensamientos que tienes acerca de algo, de alguien o de ti mismo.
Así cada vez que aparece algo relacionado a esa información, la creencia despierta. Las creencias tienen un impacto tan poderoso sobre tu realidad, que si fueras consciente de ello, las revisarías con mayor atención.
Si crees que no es posible que algo ocurra, estará ocurriendo, pero quizá no lo puedas ver. Si deseas conquistar una meta y alguna creencia dice lo contrario, por más esfuerzo que pongas en lograrlo, el efecto de la creencia será superior al más fuerte de tus deseos.
Esta semana, revisa lo que piensas acerca de ti y podrás responder fácilmente a la pregunta: ¿por qué me pasa esto?
Y cuando descubras lo que piensas acerca de las personas que te rodean, entenderás mejor lo que percibes de ellas.
Las creencias le ponen un precio a las cosas o a las personas, que es el que finalmente pagarás. Lo que piensas que te costarás, ese será tu pago.
Esta semana, observa lo que piensas de ti, de los demás y del mundo, y podrás volver a decidir. Es posible que muchas de tus creencias las hayas aprendido a consecuencia de vivir en una determinación cultura, por herencia familiar o por una experiencia pasada.
Pero para cambiarlas, no necesitas cuestionar de dónde llegaron, sino decidir qué quieres hacer con ellas.
Y cuando te preguntes si lo que buscas es posible, recuerda que todos los fundamentos están sostenidos por una creencia. Y esta puede cambiar esta semana.
Un Curso de Milagros para vivir en “La Zona” (Julio Bevione)

jueves, 18 de marzo de 2010

¿Que es una pareja?

Extracto del libro Conversaciones con Dios 1 de Neale Donald Walsh
¿Cuándo aprenderé lo suficiente sobre las relaciones como para que las mías vayan sobre ruedas? ¿Hay alguna manera de ser feliz en las relaciones? ¿Acaso deben suponer constantemente una prueba?
No tienes nada que aprender sobre las relaciones. Únicamente has de manifestar lo que ya sabes.
Hay una manera de ser feliz en las relaciones y: consiste en utilizarlas para el fin que les es propio, y no para el que tu les has designado.
Las relaciones son una prueba constante; constantemente invitan a crear, expresar y experimentar las más elevadas facetas de ti mismo, las mayores visiones de ti mismo, las más magnificas versiones de ti mismo. En ninguna otra parte puedes realizar esto de un modo más inmediato, efectivo e inmaculado que en las relaciones. En realidad, si no fuera por las relaciones no podrías realizarlo en absoluto.
Sólo a través de tus relaciones con otras personas, lugares y acontecimientos puedes existir (como una cantidad cognoscible, como algo identificable) en el universo. Recuérdalo: en ausencia de algo distinto, tú no eres. Eres únicamente lo que eres en relación a otra cosa que no es. Así es en el mundo de lo relativo, a diferencia del mundo de lo absoluto, en el que Yo habito.
Cuando entiendes esto con claridad, cuando lo comprendes en profundidad, entonces bendices intuitivamente todas y cada una de tus experiencias, todo encuentro humano, y especialmente las relaciones personales humanas, pues las ves como algo constructivo en su más alto sentido. Ves que pueden utilizarse, que deben utilizarse, que se utilizan (lo quieras o no), para construir Quién Realmente Eres.

Esta construcción puede ser una magnífica creación de tu propio designio consciente, o una estricta configuración de los acontecimientos. Puedes elegir ser una persona que sea producto simplemente de lo que haya acontecido, o de lo que hayas elegido ser y hacer en función de lo que haya acontecido. Es en esta última forma en la que la creación del Yo se realiza.
Bendice, por tanto, toda relación, y considera cada una de ellas como especial y constitutiva de Quién Realmente Eres y ahora eliges ser.
Ahora bien, tu pregunta alude a las relaciones humanas individuales de tipo romántico, cosa que entiendo. De modo que permíteme referirme, específicamente y por extenso, a las relaciones amorosas humanas, ¡ese asunto que sigue dándote tantas preocupaciones!
Cuando las relaciones amorosas humanas fracasan (en realidad, las relaciones nunca fracasan, excepto en el sentido estrictamente humano de que no producen el resultado que quieres), es porque se habían iniciado por una razón equivocada.
(Por supuesto, “equivocado” es un término relativo, que significa algo opuesto a lo que es “correcto”, sea lo que sea. Resultaría más exacto, en vuestro lenguaje, decir “las relaciones fracasan - cambian - más a menudo cuando se han iniciado por razones no totalmente beneficiosas o que conduzcan a su supervivencia”.)
La mayoría de la gente inicia las relaciones con las miras puestas en lo que puede sacar de ellas.
El objetivo de una relación es decidir qué parte de ti mismo quisieras ver “descubierta”; no qué parte de la otra persona puedes capturar y conservar.
ólo puede haber un objetivo para las relaciones, y para toda la vida: ser y decidir Quien Realmente Sois.

Resulta muy romántico decir que tú no eras “nada” hasta que llego esa otra persona tan especial; pero no es cierto. Y, lo que es peor, supone una increíble presión sobre esa persona, forzándole a ser toda una serie de cosas que no es.
Al no querer “desengañarte”, trata con gran esfuerzo de ser y hacer esas cosas, hasta que ya no puede más. Ya no puede completar el retrato que te has forjado de él o de ella. Ya no puede desempeñar el papel que se le ha asignado. Surge el resentimiento. Y después la cólera.
Finalmente, para salvarse a sí misma (y la relación), esa otra persona especial empieza a recuperar su auténtico yo, actuando más de acuerdo con Quien Realmente Es. Y en ese momento es cuando dices que “realmente, ha cambiado”.
Resulta muy romántico decir que, ahora que esa otra persona especial ha entrado en tu vida, te sientes completo. Pero el objetivo de la relación no es tener a otra persona que te complete, sino tener a otra persona con la que compartir tu completitud.
He aquí la paradoja de todas las relaciones humanas: no necesitáis a una determinada persona para experimentar plenamente Quienes Sois, y... sin otro, no sois nada.
Aquí radica a la vez el misterio y el prodigio, la frustración y la alegría de la experiencia humana. Requiere un conocimiento profundo y una total voluntad vivir en esta paradoja de un modo que tenga sentido. Y observo que muy pocas personas lo hacen.
La mayoría de vosotros iniciáis vuestras relaciones en los primeros años de madurez, con esperanza, plenos de energía sexual, el corazón abierto de par en par y el alma alegre e ilusionada.
En algún momento entre los cuarenta y los sesenta años (y para la mayoría más pronto que tarde), renunciáis a vuestro más magnífico sueño, abandonáis vuestra más alta esperanza, y os conformáis con vuestras menores expectativas; o con nada en absoluto.
El problema es sumamente básico, sumamente sencillo; y, sin embargo, trágicamente mal interpretado: vuestro más magnífico sueño, vuestra más alta idea y vuestra más acariciada esperanza se había referido a vuestro amado otro, en lugar de a vuestro amado Yo. La prueba de vuestras relaciones se había referido al hecho de hasta qué punto el otro se ajustaba a vuestras ideas, y en qué medida considerabais que vosotros os ajustabais a las suyas. Sin embargo, la única prueba auténtica se refería al hecho de hasta qué punto vosotros os ajustabais a las vuestras.

Las relaciones son sagradas porque proporcionan la más grandiosa oportunidad en la vida - en realidad, la única oportunidad - de crear y producir la experiencia de tu más elevado concepto de ti mismo. Las relaciones fracasan cuando las consideras la más grandiosa oportunidad de crear y producir la experiencia de tú más elevado concepto de otro.
Si dejas que, en una relación con otra persona, cada uno se preocupe de Sí mismo: de lo que Uno mismo es, hace y tiene; de lo que Uno mismo quiere, pide, obtiene; de lo que Uno mismo busca, crea, experimenta... todas las relaciones servirán magníficamente a este propósito, y a quienes participen en ellas.
Deja que, en la relación con otra persona, cada uno se preocupe, no del otro, sino sólo y únicamente de Sí mismo.
Parece una enseñanza extraña, ya que os han dicho que en la forma más elevada de relación uno se preocupa únicamente del otro. Pero Yo te digo esto: es el hecho de centrarte en el otro - de obsesionarte con el otro - lo que hace que las relaciones fracasen.
¿Qué es el otro? ¿Qué hace? ¿Qué tiene? ¿Qué dice, quiere o pide? ¿Qué piensa, espera o planea?
El Maestro entiende que no importa lo que el otro sea haga, tenga, diga, quiera o pida. No importa lo que el otro piense, espere o planee. Sólo importa lo que tú hagas en relación con ello.
La persona que más ama es la persona que está más centrada en Sí misma.
Esa es una enseñanza radical...
No si la observas con atención. Si no te amas a ti mismo, no puedes amar a otro. Mucha gente comete el error de tratar de amarse a Sí mismo a través de amar a otro. Por supuesto, no se dan cuenta de lo que hacen. No se trata de un esfuerzo consciente, sino de algo que se da en la mente, a un nivel muy profundo, en lo que llamáis el subconsciente. Piensan: “Si puedo amar a otros, ellos me amarán a mí. Entonces seré alguien digno de ser amado, y, por lo tanto, Yo me amaré a mí mismo”.
El reverso de esto es que muchas persona se odian a sí mismas porque piensan que no hay nadie que las quiera. Se trata de una enfermedad; es el verdadero “mal de amores”, pues lo cierto es que sí hay otras personas que les quieren, pero no importa. No importa cuánta gente manifieste su amor hacia ellos; nunca es suficiente.
En primer lugar, no creen en ti. Piensan que tratas de manipularles, que tratas de sacar algo de ellos. (¿Cómo podrías quererlos por lo que realmente son? No. Debe haber un error. ¡Seguro que quieres algo! Entonces ¿qué es lo que quieres?)
Se cruzan de brazos, tratando de comprender cómo alguien puede realmente quererles. Así, no te creen, y emprenden una campaña para hacer que se lo demuestres. Tienes que demostrarles que les quieres. Y, para hacerlo, pueden pedirte que empieces a cambiar tu conducta.
En segundo lugar, si finalmente aceptan que pueden creer que les quieres, inmediatamente empiezan a preocuparse acerca de cuánto tiempo lograrán mantener tu amor. Así, con el fin de conservarlo, empiezan a cambiar su conducta.
De este modo, dos personas se pierden a sí mismas - literalmente - en la relación. Inician la relación esperando encontrarse a sí mismas, y, en lugar de ello, se pierden a sí mismas.
Esta pérdida de Uno mismo en una relación es lo que provoca la mayor parte de la amargura en estas parejas.
Dos personas se unen para compartir su vida, esperando que el todo será más que la suma de las partes, y se encuentran con que es menos. Se sienten menos que cuando estaban solos. Menos capaces, menos hábiles, menos apasionantes, menos atractivos, menos alegres, menos contentos...
Y ello es así porque son menos. Han renunciado a la mayor parte de lo que son con el fin de tener - y conservar - la relación.
Las relaciones nunca han tenido por qué ser así. Pero así es como las han experimentado la mayoría de las personas que conoces.
¿Por qué? ¿Por qué?
Porque la gente ha perdido el contacto (si es que alguna vez lo tuvo) con el propósito de las relaciones.
Cuando has dejado de ver a los otros como almas sagradas en un viaje sagrado, no puedes ver el propósito, la razón, que se oculta tras toda relación.
El alma ha venido al cuerpo, y el cuerpo ha venido a la vida, con el propósito de evolucionar. Estáis en evolución; estáis en devenir. Y utilizáis vuestras relaciones con cualquier cosa para decidir aquello que queréis devenir.
Esa es la tarea que habéis venido a realizar aquí. Esa es la alegría de crearse a Sí mismo. O de conocerse a Sí mismo. O de llegar a ser, conscientemente, lo que uno quiere ser. Eso es lo que significa ser consciente de Uno mismo.
Habéis traído a vuestro Yo al mundo relativo para poder disponer de las herramientas con las que conocer y experimentar Quienes Realmente Sois. Y sois quienes os creáis en relación con todo lo demás.
Vuestras relaciones personales constituyen el elemento más importante en este proceso. Por lo tanto, vuestras relaciones personales son “tierra santa”. Prácticamente no tienen nada que ver con el otro, pero, puesto que implican a otro, tienen todo que ver con el otro.
Esta es la divina dicotomía. Este es el círculo perfecto. Así, no constituye una enseñanza tan radical afirmar: “Bienaventurados los que se centran en Sí mismos, porque ellos conocerán a Dios”. Puede que no sea un mal objetivo en tu vida conocer la parte más elevada de Ti mismo, y permanecer centrado en ella.
Tu primera relación, pues, debe ser contigo mismo. Debes aprender primero a honrarte, cuidarte y amarte a Ti mismo.
Debes verte primero a Ti mismo como estimable para poder ver al otro como tal. Debes verte primero a Ti mismo como bienaventurado para poder ver al otro como tal. Debes verte primero a Ti mismo como santo para poder reconocer la santidad en el otro.
Si colocas el carro delante del caballo - como muchas religiones te piden que hagas -, y reconoces al otro como santo antes de reconocerte a ti mismo como tal, un día te resentirás de ello. Si hay algo que ninguno de vosotros puede tolerar es que alguien sea más santo que uno. Sin embargo, vuestras religiones os enseñan a considerar a los otros más santos que vosotros. Y eso es lo que hacéis, aunque sólo durante algún tiempo: luego los crucificáis.
Habéis crucificado (de una manera u otra) a todos mis Maestros, no sólo a Uno. Y lo habéis hecho no porque fueran más santos que vosotros, sino porque creíais que lo eran.
Todos mis Maestros han traído el mismo mensaje. No “yo soy más santo que tú”, sino “tú eres tan santo como yo”.
Este es el mensaje que no habéis sido capaces de escuchar; esta es la verdad que no habéis sido capaces de aceptar. Y esta es la razón por la que nunca os enamoráis realmente, auténticamente, de otra persona. Porque nunca os habéis enamorado realmente, auténticamente, de Vosotros mismos.
Así, deja que te diga algo: céntrate ahora y siempre en Ti mismo. Preocúpate de observar lo que tú eres, haces y tienes en un momento dado, y no cómo les va a los demás.
No debes buscar tu salvación en la acción del otro, sino en tu re-acción.
Así lo haré; pero, de alguna manera, eso suena como si no debiéramos preocuparnos de lo que los otros nos hacen en la relación con nosotros. Pueden hacer cualquier cosa, y, mientras conservemos nuestro equilibrio, nos mantengamos centrados en Nosotros mismos y todas esas cosas, nada nos afectará. Pero lo que hacen los demás si nos afecta. A veces, sus actos sí nos hacen daño. Y cuando el dolor aparece en las relaciones con otra persona es cuando yo no sé qué hacer. Está muy bien decir: “manténte al margen; haz que no te afecte en absoluto”, pero eso resulta más fácil de decir que de hacer. A mí me hacen daño las palabras y las acciones de las personas con quienes tengo relaciones.
Llegará el día en que no te lo harán. Y será el día en que realices - y actualices - el auténtico significado de las relaciones con los demás; su auténtica razón.
Sí reaccionas del modo en que lo haces, es porque has olvidado esto. Pero eso está bien. Forma parte del proceso de crecimiento; forma parte de la evolución. Es la Obra del Alma la que construyes en la relación con los demás; se trata de un grandioso conocimiento, de un grandioso recuerdo. Hasta que recuerdes eso - y recuerdes también cómo utilizar la relación como una herramienta en la creación de Ti mismo -, debes trabajar en el nivel en el que estás. El nivel del conocimiento, el nivel de la voluntad, el nivel de la remembranza.
Así, hay una serie de cosas que puedes hacer cuando reaccionas con dolor ante lo que la otra persona es, dice o hace. La primera es admitir con franqueza lo que sientes exactamente, tanto a ti mismo como a la otra persona. Muchos de vosotros tenéis miedo de hacer esto, pues pensáis que vais a “quedar mal”. En alguna parte, en lo más profundo de vosotros, os dais cuenta de que probablemente es ridículo que “penséis así”. Probablemente resulta mezquino; sois “mejores que eso”. Pero no es culpa vuestra: seguís pensando así.
Sólo hay una cosa que puedes hacer al respecto. Debes honrar tus sentimientos, puesto que honrar tus sentimientos significa honrarte a Ti mismo. Y debes amar a tu prójimo como a ti mismo. ¿Cómo puedes aspirar a entender y honrar los sentimientos de otra persona si no puedes honrar los que albergas en tu interior?
La primera pregunta en cualquier proceso de interacción con otra persona es: ¿Quién Soy, y Quién Quiero Ser, en relación con ello?
A menudo no recordáis Quiénes Sois, y no sabéis Quiénes Queréis Ser, hasta que probáis algunos modos de ser. He aquí por qué resulta tan importante honrar vuestros sentimientos más auténticos.
Si vuestro primer sentimiento es negativo, el hecho de tener dicho sentimiento a menudo es suficiente para desecharlo. Es cuando estáis coléricos, estáis molestos, estáis disgustados, estáis furiosos, tenéis el sentimiento de querer “hacer daño”, cuando podéis rechazar estos sentimientos primarios en tanto “no forman parte de Quienes Queréis Ser”.
El Maestro es aquel que ha vivido las suficientes de tales experiencias como para saber por adelantado cuál es su elección definitiva. No necesita “probar” nada. Ya ha llevado antes esa ropa, y sabe que no le sienta bien; no es “la suya”. Y, puesto que la vida de un Maestro está dedicada a la realización constante del Yo tal como uno mismo sabe que es, nunca albergará esos sentimientos “que no le sientan bien”.
He aquí por que los Maestros se muestran imperturbables frente a lo que los demás llamarían calamidades. Un Maestro bendice la calamidad, pues sabe que a partir de la semilla del desastre (y de toda experiencia) crece el Yo. Y el segundo objetivo de la vida de un Maestro es crecer siempre, ya que, una vez se ha realizado plenamente a Sí mismo, no tiene otra cosa que hacer excepto ser más que eso.
Es en esta etapa cuando uno pasa de la obra del alma a la obra de Dios, pues eso es lo que me corresponde a Mí.
Supondré, a efectos de nuestro análisis, que de momento estás en la obra del alma. Estás todavía tratando de realizar (de hacer “real”) Quien Realmente Eres. La vida (Yo) te dará abundantes oportunidades para crearlo (recuerda que la vida no es un proceso de descubrimiento, sino un proceso de creación).
Puedes crear a Quién Realmente Eres una y otra vez. En realidad, lo estás haciendo; cada día. Sin embargo, actualmente no siempre responderás de la misma manera. Frente a una experiencia externa idéntica, puede que un día decidas ser paciente, amable y cariñoso en relación a ella; y otro día puede que decidas enfadarte, ser desagradable y estar triste.
El Maestro es aquel que siempre responde de la misma manera; y esa manera es siempre la opción más elevada.
En esto, el Maestro es inmediatamente previsible; por el contrario, el discípulo es totalmente imprevisible. Se puede afirmar si alguien se halla en camino de ser Maestro simplemente observando con qué grado de previsibilidad escoge la opción más elevada en respuesta o como reacción a una determinada situación.
Por supuesto, eso plantea una pregunta: ¿cuál es la opción más elevada?
Se trata de una pregunta sobre la que han girado las filosofías y las teologías del hombre desde el principio de los tiempos. Si la pregunta te interesa realmente, es que estás ya en camino de ser Maestro, ya que lo cierto es que a la mayoría de las personas les interesa otra pregunta totalmente distinta.. No cuál es la opción más elevada, sino cuál es la opción más beneficiosa; o bien cómo puedo reducir mis pérdidas al mínimo.
Cuando se vive la vida desde el punto de vista del control de las pérdidas y la optimización de los beneficios, se pierde el auténtico beneficio de la vida. Se pierde la oportunidad. Se pierde la posibilidad. Y ello porque una vida vivida de ese modo es una vida vivida con temor; y esa vida afirma una mentira sobre vosotros.
Puesto que no sois temor, sois amor. El amor que no necesita protección no puede perderse. Pero nunca lo sabréis por propia experiencia si seguís respondiendo a la segunda pregunta, y no a la primera; ya que sólo una persona que piensa que hay algo que ganar o que perder responde a la segunda pregunta; y sólo una persona que contempla la vida de un modo distinto, que se ve a Sí misma como un ser superior, que entiende que lo importante no es ganar o perder, sino únicamente amar o dejar de amar, sólo esa persona responde a la primera.
Quien responde a la primera pregunta afirma: “yo soy mi cuerpo”; quien responde a la segunda, “yo soy mi alma”.

miércoles, 17 de marzo de 2010

El tener y el ser; la abundancia y el desapego - ISHA



En estos tiempos que vivimos con tanto movimiento, en los que se producen pérdidas físicas que aflijen a muchos, sean estas sus finanzas, sus casas o su seguridad, nuestro aprendizaje de experiencias pasadas se ve desafiado o forzado a cambiar. Los valores sobre lo físico parecen tomar otro color.

El ser testigos de las pérdidas que golpearon a Haití y a Chile, donde muchísimos miles de personas vieron que todas sus posesiones físicas y afectivas desaparecieron en cuestión de minutos u horas, nos mueve a todos y nos invita a reevaluar y revalorizar prioridades.

Tal vez hasta ayer estábamos ansiosos por querer que la empresa o la pareja o el gobierno del lugar, tuviera ciertas respuestas, medidas o acciones que fueran de acuerdo a nuestro planes, necesidades y proyectos. Y de un momento a otro todo eso desaparece y nos deja en un vacío, nada alrededor a qué aferrarse y sólo estoy yo, aquí y ahora.

Y en estas circunstancias, en realidad no podemos hacer nada más que abrirnos a recibir en este momento, soltando expectativas, soltando las ideas de cómo tendría que ser todo y estar en el momento presente pues ya nada es lo que era, ni sabemos como ni cuando, será de otra forma. Sólo existe este momento, cada momento. Éste es un aprendizaje que llega, en forma repentina, a todos los involucrados directa o indirectamente.

Estas situaciones nos han mostrado y nos están enseñando varias cosas muy poderosas y que todos podemos aprender. Lo primero que tenemos que aprender es a estar abiertos a recibir. No importa lo que tengas ni en qué situación creas que te encuentres, lo más importante es que estés abierto a recibir. A veces estamos tan llenos de lo que creemos que somos y la importancia que nos da lo que creemos y tenemos, que dejamos de estar abiertos y sensibles recibiendo de la vida y de nuestro alrededor. Lo más importante es aquello que estamos siendo en este momento, y enfocarnos en ser la posibilidad más elevada de lo que uno es .Y así, cuando tú te transformas en la abundancia del amor, ya no ves la falta de nada, porque está todo en tu corazón y la ironia es que cuando estás completo en tu corazón, todo viene hacia ti. No hay carencia, porque no estás apegado a lo que venga y estás completo dentro de ti. Sé el amor y todo va a venir, y viene y viene y entonces tú das. No hay límite, es ilimitado pero tu crees que es especial.

Y si antes estabas acostumbrado a que ésto va a la caja de seguridad porque es especial, ahora ha cambiado. Si de pronto todo se ha derrumbado por algún motivo, lo que importa es ese valor interno, pues el dinero es sólo energía y cuando tú eres abundante internamente vas a crear abundancia, pero el foco tiene que estar en la abundancia interior.

Hasta ahora lo más normal había sido enfocarse en la abundancia externa y si no se lograba, entonces venía la frustración y tantas cosas más. Puedes incluso, si aún es tu foco, seguir creando esa abundancia externa, pero ¿crees que cuando la tengas vas a ser feliz? Tal vez sí, o tal vez no….y ¿por qué? porque eso que buscas externamente no lo tienes realizado internamente, y entonces habrá miedo involucrado, y no estarás desapegado, sino por el contrario estarás apegado y sufrirás; sufrirás por mantener el control.

En cambio, cuando tienes esta abundancia interna, todo fluye, todo se mueve, creas fluidamente todo lo que necesitas, y más aún, pues estás enfocando en la conciencia, entonces sí estarás unidad con todo eso que se mueve dentro de todo.

Mi invitación hoy, para que aprendamos todos más con lo que está sucediendo, es a cambiar el foco, eligiendo algo real, y todo se alineará y estará perfectamente en su lugar. La felicidad absoluta es una posibilidad para todos si estabilizan su conciencia, y se expanden en el amor, más allá de las circunstancias externas. Muchos hoy nos dan ejemplos de grandeza en medio de la desvastación, dando testimonio de que, en el amor y la unidad, todo es posible.

Isha
*Isha es autora de “¿Por qué caminar si puedes volar?”, un libro de Aguilar Fontanar, además de la película del mismo nombre.

www.isha.com

UNA GOTA MAS -Por Julio Andrés Pagano



Por más diminuta que parezca, cada gota de conciencia, que se suma, expande y eleva la vibración planetaria.

Unas tras otras, las gotas van cayendo. Nada parece transformarse. El goteo es casi imperceptible. El cansancio y la desolación dicen presente. El paisaje desértico de esperanzas crea la falsa ilusión de que nada va a cambiar. El vacío interior se agiganta. Las gotas siguen cayendo. Expanden su vibración. La mente sostiene que todo está perdido. El corazón no se deja engañar, escucha cómo las gotas continúan brotando y ríe de felicidad. Su sabiduría le anuncia que el río está emergiendo. Libere sus compuertas. Ayude a que el agua corra. Sume para que el río de la conciencia espiritual irrumpa y limpie el valle de lágrimas que embarra nuestros pies.

Las gotas son todas aquellas cosas que nos ayudan a ser más humanos y nos permiten armonizar con la existencia. Los buenos actos son gotas. Las caricias son gotas. Los pensamientos positivos son gotas. Los abrazos, las palabras de aliento, los rostros felices... Gotas... Las acciones con conciencia, las oraciones, las meditaciones, la ayuda desinteresada, los gestos de sensibilidad... Gotas... El saber compartir, aprender a valorar, el respeto por uno mismo.... Gotas... La fe, la humildad, la confianza, la esperanza, el amor... Gotas... Todas son gotas que reflejan una nueva humanidad. Son gotas que acrecientan y vivifican el río de la conciencia espiritual que está transformando la vibración del planeta.

El futuro nace del presente. Nuestras decisiones de hoy co-crean nuestro mañana. Si en nuestra cotidianidad sólo sembramos discordia, odio, pesimismo, sufrimiento y frustración qué cree que cosecharemos? Sus gotas, aunque parezcan simples, aunque las perciba insignificantes o débiles, hacen la diferencia. Son como semillas crísticas que aportan transformación. Irradia luz. Ayudan a que el futuro no se manifieste de manera desalmada.

Fluir con esta corriente, que conduce al océano de la existencia, entraña desafíos que nos permiten crecer y nos impulsan a continuar evolucionando. Implica aventurarse en terrenos desconocidos. El río nos invita a desaprender para seguir aprendiendo, porque sólo lo que se vacía puede volver a llenarse. Sus piedras no son dificultades, sino oportunidades disfrazadas que nos ayudan a elevar.

¿Comprende lo que le estoy diciendo o simplemente piensa que se trata de palabras armónicamente entrelazadas para que puedan sonar bien? Sepa que las casualidades no existen. Si usted está leyendo esta nota es porque su espíritu necesitaba recordar.

No permita que estas frases queden sólo en el plano mental. Tirese al agua. Arriésguese. Cuando se sumerja en este río de conciencia verá cómo las vivencias se transforman en maestras multidimensionales que le ayudarán a experimentar una realidad que transformará su vida.

Existen innumerables formas de contribuir a que este incipiente caudal se torne aún más cristalino. Si nos animamos a reconocer nuestro lado más oscuro, si trascendemos nuestras limitaciones y transmutamos los miedos que nos mantienen cautivos ya estamos ayudando. Lo mismo si ponemos conciencia en cada uno de nuestros actos y desplegamos, sin reservas, nuestro potencial para materializar una realidad que esté acorde con lo más puro de nuestro ser.

¿Por qué se preocupa tanto? Haga lo que haga, los demás siempre hablarán. Recuerde que a este mundo vino solo y se irá del mismo modo. Absolutamente solo. Rompa la careta social, tírela. Deje que su ser interno lo guíe y lo instruya. Escuche la voz que emana desde el centro de su pecho. Siga sus consejos, son inmaculados. No importa que algunas personas se le rían en la cara y lo desacrediten. Muchos disfrazan de ese modo el temor que les provoca el cambio. No saben lo que hacen. El tiempo les mostrará quién terminó riendo último.



Vamos... Anímese. Juegue. Suéltese. Disfrute. Recupere su inocencia. Mire a la vida con ojos nuevos. Explore su interior. Conózcase. Restablezca su vínculo con la naturaleza. Aliviane su mochila. Expanda su divinidad. Despierte. Redescubra su magia interna. Equilíbrese. Ayúdese a cambiar. Permítase soñar. Sáquele el polvo a sus talentos. Multiplique sus dones. Respete su sentir. Empiece a sanar. Viva.

No se distraiga. Preste atención. Sienta cómo el río de la conciencia late con cada pensamiento de luz que recorre su cuerpo. El agua renueva y purifica. Inhale su perfume, es pulsión de vida. Observe con el corazón y comprobará que no existen las divisiones. El río se compone de millones y millones de gotas que danzan en la unidad, más allá de todo ego.

Transforme su desierto. No deje que sus gotas se esfumen bajo el sol abrasador de la indiferencia y el desgano. Viértalas en el río de la existencia. Cierre sus ojos y facilite que el murmullo de las aguas guíe sus pasos. Descubra que nunca puede encontrar afuera lo siempre estuvo dentro. Sí, ya lo sabía, es cierto. Simplemente lo había olvidado. El río está en su interior.

Permita que el agua corra. Derrumbe sus compuertas. No tema. Abra su corazón de par en par. Deje que el agua penetre y lave sus heridas. Renazca. La existencia, agradecida: una gota más.

domingo, 7 de marzo de 2010

La Ley de Atracción-la ley más poderosa del Universo de Pide y se te dará

La Ley de Atracción
la ley más poderosa del Universo


Todo pensamiento vibra, todo pensamiento irradia una señal y todo pensamiento atrae una señal que se corresponde con él. Este proceso se denomina la Ley de Atracción.

La Ley de Atracción dice: «Todo lo que se asemeja se atrae». Por tanto podemos afirmar que la poderosa Ley de Atracción es un Gerente Universal que se afana en reunir todos los pensamientos que concuerdan.

Para comprender este principio basta con que enciendas la radio y sintonices deliberadamente tu receptor para que capte la correspondiente señal de una antena emisora. No puedes oír la música emitida por la frecuencia de radio 101 FM si sintonizas en tu receptor la frecuencia 98.6 FM. Entiendes que la frecuencia vibratoria debe coincidir, y la Ley de Atracción lo confirma.

Así pues, cuando tu experiencia te haga lanzar cohetes vibratorios de deseos, debes hallar el medio de mantenerte constantemente en una armonía vibratoria con esos deseos a fin de captar su manifestación.


¿A qué prestas atención?

Aquello a lo que prestas atención hace que emitas una vibración, y las vibraciones que ofreces equivalen a lo que pides, lo cual equivale a tu punto de atracción.

Si en estos momentos deseas algo que no posees, sólo tienes que centrar tu atención en ello y, en virtud de la Ley de Atracción, lo obtendrás, porque cuando piensas en ese objeto o experimentas lo que deseas, emites una vibración, y según esa Ley de Atracción, obtendrás ese objeto o esa experiencia que deseas.

Ahora bien, si deseas algo que en estos momentos no tienes y centras tu atención en el hecho de que no lo tienes, la Ley de Atracción seguirá respondiendo a la vibración de que no lo tienes, de forma que seguirás sin obtener lo que deseas. Así funciona esta ley.


¿Cómo puedo saber qué atraigo?

La clave para atraer algo que deseas hacia tu experiencia consiste en alcanzar una armonía vibratoria con lo que deseas. La forma más sencilla de alcanzar esa armonía vibratoria es imaginar que ya tienes lo que deseas, fingir que ya forma parte de tu experiencia, hacer que tus pensamientos se deleiten con la experiencia, y a medida que practiques esos pensamientos y empieces a ofrecer sistemáticamente esas vibraciones, facilitarás que lo que deseas pase a formar parte de tu experiencia.

Ahora bien, si prestas atención a lo que sientes, te será fácil averiguar si diriges tu atención a tu deseo o a la ausencia de él. Cuando tus pensamientos coinciden a nivel vibratorio con tu deseo te sientes bien, la gama de tus emociones pasa de la satisfacción a la expectativa, al anhelo, a la alegría. Pero si prestas atención a la falta, o la ausencia, de lo deseado, tu gama de emociones pasa del sentimiento de pesimismo a la preocupación, al desánimo, a la ira, a la inseguridad y a la depresión.

Así pues, en la medida en que seas consciente de tus emociones, siempre sabrás si facilitas esa parte de tu Proceso Creativo, y no volverás a interpretar erróneamente el motivo por el que no consigues lo que anhelas. Tus emociones constituyen un maravilloso sistema de guía, y si les prestas atención podrás orientarte hacia lo que deseas.


Te guste o no, obtienes aquello en lo que piensas

Según la poderosa Ley de Atracción, atraes hacia ti la esencia de lo que ocupa predominantemente tu pensamiento. De modo que si piensas sobre todo en las cosas que deseas, tu experiencia vital reflejará esas cosas. Por el contrario, si piensas ante todo en lo que no deseas, tu experiencia vital reflejará esas cosas.

Pienses lo que pienses, es como planificar un acontecimiento futuro. Cuando valoras algo, lo planificas. Cuando algo te preocupa, lo planificas. (Preocuparse es utilizar tu imaginación para crear algo que no deseas.) Cada pensamiento, cada idea, cada Ser, cada objeto... todo es vibratorio, de forma que cuando centras tu atención en algo, siquiera durante un breve espacio de tiempo, la vibración de tu Ser comienza a reflejar la vibración de aquello a lo que prestas atención. Cuanto más piensas en ello, más vibras como ello; cuando más vibras como ello, más atraes a aquello que se corresponde con tu vibración. Esa tendencia en materia de atracción aumenta hasta que ofreces una vibración distinta. Y cuando ofreces una vibración distinta, las cosas que coinciden con esa vibración son atraídas hacia ti, por ti.

Cuando comprendes la Ley de Atracción deja de sorprenderte lo que ocurre en tu experiencia, pues entiendes que eres tú quien lo ha propiciado, a través del proceso de tu pensamiento. No puede ocurrir nada en tu experiencia vital que tú no hayas propiciado a través de tu pensamiento.

Puesto que no existen excepciones a la poderosa Ley de Atracción, resulta sencillo comprenderla. Y cuando comprendas que consigues aquello en lo que piensas y, lo que no es menos importante, cuando seas consciente de lo que piensas, podrás ejercer un control absoluto sobre tu propia experiencia.


¿Son muy grandes tus diferencias vibratorias?

Te pondré unos ejemplos. Existe una gran diferencia vibratoria entre tus pensamientos de apreciación hacia tu pareja y tus pensamientos de lo que te gustaría que fuera distinto en tu pareja. La relación con tu pareja, sin excepción, refleja la preponderancia de tus pensamientos. Porque, aunque quizá no seas consciente de ello, al pensar en tu relación haces literalmente que ésta cobre vida.

Tu deseo de mejorar tu situación económica no puede cumplirse si envidias la buena fortuna de tu vecino, porque la vibración de tu deseo y la vibración de tu sentimiento de envidia son distintas.

Comprender tu naturaleza vibratoria te ayudará a crear tu propia realidad de forma sencilla y deliberada. Luego, con el tiempo y la práctica, comprobarás que todo lo que deseas puede realizarse fácilmente, pues no hay nada que no puedas ser, hacer o tener.


Eres el invocador de tu Energía Vibratoria

Eres Conciencia.
Eres Energía.
Eres Vibración.
Eres Electricidad.
Eres Fuente de Energía.
Eres Creador.
Te hallas en Primera Línea del pensamiento.

Eres el más activo y específico usuario e invocador de la energía que crea mundos que existe en todo este Universo, que evoluciona sin cesar y deviene eternamente el Universo.

Eres un genio creativo que se expresa en Primera Línea de esta realidad tiempo-espacio con el propósito de llevar el pensamiento más allá de donde haya estado antes.

Por extraño que parezca al principio, conviene que empieces a aceptarte como un Ser Vibratorio, pues vives en un Universo Vibratorio y las leyes que rigen este Universo se basan en las vibraciones.

Cuando alcances conscientemente la armonía con las leyes universales y comprendas por qué las cosas responden de la forma en que lo hacen, la claridad y la comprensión ocuparán el lugar del misterio y la confusión. El conocimiento y la confianza sustituirán la duda y temor, la incertidumbre cederá ante la certidumbre, y la alegría se convertirá de nuevo en la premisa básica de tu experiencia.


Cuando tus deseos y tus creencias vibran al unísono

«Lo semejante se atrae», de modo que para obtener lo que deseas la vibración de tu Ser debe corresponderse con la vibración de tu deseo. No puedes desear algo, centrarte ante todo en su ausencia y confiar en obtenerlo, porque la frecuencia vibratoria de su ausencia y la frecuencia vibratoria de su presencia son muy distintas. Dicho de otro modo: para obtener lo que anhelas, tus deseos y tus creencias deben vibrar al unísono.

Te propondré un ejemplo más general: Vives aquí experiencias que hacen que, en tu perspectiva divinamente específica, identifiques, de manera consciente o inconsciente, tus preferencias personales. Ahora bien, cuando esto ocurre, la Fuente, que te oye y te adora, responde de inmediato a tu petición vibratoria, electrónica, tanto si eres capaz de expresarlo conscientemente con expresiones verbales como si no.

De modo que pidas lo que pidas —tanto si lo pides a través de tus palabras o de una sutil señal de tu deseo—, tu petición siempre es escuchada y atendida, sin excepción. Cuando pides, siempre se te concede.


Todo Cuanto Existe... se beneficia de tu existencia

Debido a que vives tu experiencia específica, que hace que se formule en ti un deseo específico, y debido a que la Fuente te escucha y atiende tu petición, el Universo, en el que nos hallamos todos, se expande. ¡Algo maravilloso!

Tu actual realidad tiempo-espacio, tu actual cultura, tu actual forma de ver las cosas —todo lo que compone tu perspectiva— ha evolucionado a lo largo de un sinfín de generaciones. De hecho, sería imposible seguir el rastro de todos los deseos, las conclusiones y las perspectivas que son fruto de tu singular punto de vista aquí y ahora. Pero lo que deseamos fervientemente que sepas que es al margen de lo que haya generado tu singular punto de vista, el caso es que lo ha generado. Tú existes; piensas, percibes y pides, y tus peticiones son atendidas. Y Todo Cuanto Existe se beneficia de tu existencia y de tu punto de vista.

De modo que tu importancia no admite duda, al menos para nosotros. Comprendemos perfectamente tu inmenso valor. Tu valía personal no está en tela de juicio, al menos por lo que respecta a nosotros. Sabemos que mereces que la Energía que crea mundos atienda todos tus deseos, y sabemos que lo hace, pero muchos de vosotros, por diversas razones, no permitís que lo que habéis pedido fluya hacia vosotros.
Esther y Jerry Hicks
Pide y se te dará
Aprende a manifestar tus deseos